El pasado 13 de julio fue el día internacional del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), que a su vez se puede catalogar en tres tipos: inatento, hiperactivo-impulsivo o combinado.
El inatento se caracteriza por falta de atención en clase o en el trabajo, dificultades a la hora de hacer los deberes o llevar a cabo una tarea larga y monótona (lo que hace que se posponga su ejecución), dificultad para seguir instrucciones con varios pasos o sensación de que se pasa el día «en las nubes» o sin escuchar cuando se le habla directamente.
El hiperactivo-impulsivo engloba una serie de problemas para gestionar los impulsos, las personas que lo padecen presentan dificultades para controlar el turno de palabra, tienen tendencia a terminar las frases de los demás y dicen lo primero que se les pasa por la cabeza, no pueden esperar tranquilos en una fila o permanecer sentados durante un periodo de tiempo largo. En los niños pequeños se suele decir que es como si tuvieran «un motor» interno que los activa durante todo el día, se suben por todas partes y tocan todo lo que ven.
El tipo combinado es el que incluye características de los dos anteriores, combinando falta de atención e hiperactividad-impulsividad.
En el TDAH se encuentran afectados los lóbulos frontales, responsables del funcionamiento ejecutivo. La corteza prefrontal, entre otras cosas, ayuda a regular los movimientos, trabaja para inhibir “respuestas de comportamiento inapropiadas” y controlar impulsos. Cuando una persona presenta hiperactividad puede hablar en exceso, interrumpir a los demás, mostrarse inquieta, deambular o ser incapaz de realizar tareas que requieran silencio prolongado. Debido a esto, puede tener dificultades a nivel social, siendo rechazada o apartada por los demás.
Para controlar la hiperactividad en niños sería conveniente hacer uso de las siguientes estrategias:
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Establecer límites y normas claras: tener límites ayuda a los niños a autorregularse, y facilitará que tengan claras las consecuencias de sus actos, por lo que tener será algo que les ayude a controlarse.
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Hacer deporte: actividades como la natación o el atletismo están muy recomendadas en estos casos, ya que son formas saludables de gastar esa energía extra que tienen los niños hiperactivos. Tienen que ser actividades que les cansen de verdad. Acciones como pasear o por ejemplo jugar en posiciones que requieran menos ejercicio físico en deportes de equipo quizá no sean suficientes para gestionar ese exceso de actividad.
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Definir rutinas: tener un horario y una rutina estable ayuda a controlar y automatizar las tareas de la vida cotidiana. Para ello resulta muy útil utilizar claves visuales como calendarios o carteles, usar alarmas, cronómetros, post-its o agendas.
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Establecer tiempos de estudio cortos: dependiendo de la edad del niño, pasar largos periodos de tiempo sentado puede ser algo casi imposible de conseguir, por lo que es recomendable marcar tramos de 10, 15 o 20 minutos como mucho y luego dejar 2 o 3 minutos de descanso antes de volver a ponerse a estudiar o hacer los deberes.
En el caso de los adultos hiperactivos, pueden serles de utilidad técnicas como el mindfulness, el control de la respiración, una buena planificación diaria, practicar la escucha activa y las pausas en las conversaciones, así como evitar las distracciones en el trabajo (por ejemplo, eliminar de la mesa y guardar en un cajón todo aquello que no estén utilizando en ese momento).
En el siguiente vídeo, nuestra psicóloga Isabel Menéndez nos habla un poco más de este trastorno y nos da algunos consejos para tratar adecuadamente a nuestros hijos.