Estamos a mediados de septiembre, los niños han empezado el colegio y poco a poco nos hemos ido reincorporando al trabajo después de un necesario tiempo de descanso en vacaciones. En estas fechas es posible que mucha gente experimente el famoso síndrome postvacacional, que se traduce en estrés, ansiedad, irritabilidad, tristeza o alteraciones en el sueño. Un problema que, según datos de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), afectaría al menos a un 60% de la sociedad española trabajadora que al menos lo habrían sufrido alguna vez, frente a un 45% que aseguraría padecerlo cada año.
El origen de este síndrome se produce principalmente por un cambio brusco en nuestros hábitos: pasamos de no tener horarios, realizar actividades placenteras, comer más veces fuera y dejar a un lado actividades u obligaciones rutinarias a poner alarmas, tener que organizar comidas y volver a un puesto de trabajo que a muchas personas les genera estrés y en el que se encuentran desmotivadas.
La adaptación al trabajo será más sencilla si te gusta tu trabajo, te llevas bien con los compañeros o la relación con tu jefe es buena, y te costará más si te ocurre lo contrario. Experimentar los síntomas ya mencionados durante unas dos semanas se considera normal, pero si se excede ese tiempo quizá sea hora de consultar con un profesional, ya que en este caso podríamos estar hablando de una depresión.
En general estas sensaciones poco a poco irán desapareciendo, y para ello puedes seguir estos consejos:
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Planificar tu tiempo: en vacaciones a menudo los horarios no existen y nuestro ritmo de vida cambia por completo. Esto puede servir para relajarnos durante el tiempo libre pero cuando debemos volver a la rutina la desorganización puede perjudicarnos y aumentar la ansiedad que experimentamos. Es por ello que establecer un horario te ayudará a organizar mejor tu tiempo.
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Mantener actividades placenteras: que las vacaciones hayan acabado no significa que dejemos de lado el autocuidado personal. Incorpora a tu vida diaria un rato para ti, donde puedas realizar durante media hora alguna actividad que te relaje, como leer, escuchar música, escribir o algún ejercicio manual que te ayude a desconectar a nivel mental del trabajo.
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Practicar deporte: es habitual que durante el verano abandonemos las actividades deportivas, pero es conveniente volver a practicarlo lo antes posible una vez que hayamos empezado a trabajar de nuevo. Dar un largo paseo, salir a correr, ir al gimnasio o entrenar en casa te ayudará a despejar la mente y aliviará la tensión que genera la jornada laboral, además de facilitar el sueño y permitir un mejor descanso.
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Establecer retos laborales: es importante tratar de mantenerse motivado e ilusionado en el trabajo, buscar nuevas metas y evitar en la medida de lo posible la monotonía.
Nuestra psicóloga Isabel Menéndez nos da más consejos para superar este síndrome en el siguiente vídeo.