La resiliencia es la capacidad que tenemos las personas no sólo para sobreponernos a un evento negativo de nuestra vida, sino también para convertirlo en una enseñanza, transformando un trauma en un aprendizaje del que poder sacar aspectos positivos.
Hay que tener en cuenta que esta capacidad se puede entrenar y practicar, y que aunque es normal que ante una desgracia o hecho negativo en un primero momento puedan surgir sentimientos de angustia, tristeza o ansiedad, con paciencia podemos aprender a sobreponernos a la situación a través de distintas técnicas como pensamientos positivos o resolución de problemas, entre otras.
La fábula de “soltar a la vaca” se usa en ocasiones para hacernos conscientes de la zona de comodidad a la que estamos aferrados, promoviendo que seamos capaces de salir de ella de forma proactiva para construir una vida más plena. En este caso, podemos utilizarla también para ilustrar la resiliencia que podemos tener ante una situación aparentemente desastrosa, y como muchas veces, podemos resurgir de nuestras cenizas aunque en un principio parezca algo imposible.
Cuenta la historia que un viejo maestro y su joven discípulo fueron a visitar la aldea más pobre de la comarca en la que se encontraban. Allí encontraron una pequeña choza, habitada por una humilde familia que subsistía gracias a vender la poca leche que les daba una vaca delgaducha que guardaban en el establo.
La familia acogió a los dos hombres, y por la noche y sin que nadie lo notase, el maestro fue al establo y soltó a la vaca. El discípulo le preguntó entre sorprendido y escandalizado por qué había hecho tal cosa, si era el único sustento que tenía aquella pobre familia. “Tú espera y verás”. A la mañana siguiente, maestro y discípulo se marcharon de la casa antes de que los demás se levantasen.
Al año siguiente, el maestro había muerto, y el discípulo recordó el episodio de la vaca. Decidió volver a aquella aldea, y cuando llegó se sorprendió enormemente. Donde antaño se encontraba una choza ruinosa, ahora había una bonita casa, sencilla, pero limpia y nueva. El discípulo se encontró con el dueño de la casa, cuyos ropajes eran mucho más elaborados y bellos que los que portaba un año atrás, y le preguntó por su nueva situación.
“Verás”, comenzó el hombre, “Resulta que se nos escapó la vaca. La buscamos desesperadamente, pero nunca la encontramos. Lloramos y pensamos que todo había acabado. Pero un día, cansados de quejarnos y de pasar hambre, se nos ocurrió que para sobrevivir podíamos cultivar verduras en los terrenos que teníamos detrás de la casa. Resultó que la tierra era la más fértil de toda la zona, así que conseguimos una cosecha enorme y con ella además de alimentarnos pudimos comerciar, comprar cosas y realizar trueques más que provechosos. Esta casa y ropajes que llevo son el resultado de nuestra gestión”.
La fábula nos enseña entre otras cosas que a pesar de que en un principio una situación parezca negativa para nosotros, desesperada o sin salida, si somos resilientes seremos capaces de reinventarnos, aprendiendo a ver el vaso medio lleno y adaptándonos a las situaciones, difíciles o no, que nos ha tocado vivir con alegría y sosiego.
En el siguiente vídeo nuestra psicóloga Isabel Menéndez nos detalla en qué consiste la resiliencia y nos da algunos consejos para forjar hijos resilientes.