A día de hoy nadie duda de la relación que existe entre la mente y el cuerpo. Cuando tenemos preocupaciones o nos sentimos ansiosos o tristes, nuestro cuerpo reacciona de alguna forma concreta como podría ser con dolores de cabeza, de estómago, erupciones cutáneas…
Durante nuestra vida vamos a tener que gestionar diferentes situaciones de estrés o de problemas que pueden afectar a nuestro cuerpo de manera puntual. El problema sería cuando una persona mantiene durante bastante tiempo una mala gestión emocional y que dichas emociones más negativas como podrían ser la frustración, el estrés, la ansiedad o la ira, repercutan directamente en su cuerpo porque puede terminar desarrollando un Trastorno de somatización.
¿Qué es el Trastorno de Somatización?
El trastorno de somatización es cuando la mente controla el cuerpo. Se diagnostica a aquellas personas que presentan de forma continuada dolores y malestares diversos, los cuales no tienen un origen físico ni médico identificable. Dichos síntomas interfieren negativamente en su vida social, laboral e incluso personal, ya que suelen ir acompañados de pensamientos y sentimientos negativos.
Se trata de un trastorno relacionado principalmente con la regulación emocional.
La persona con dicho trastorno acude al médico en busca de una solución que le de nombre a lo que le ocurre, pero las exploraciones médicas no muestran ningún resultado concluyente.
Los síntomas que pueden sufrir las personas que padecen somatización son muy diversos englobando desde dolores musculares, a dolores de cabeza, problemas intestinales, dolor al orinar, trastornos sexuales e incluso cegueras y sorderas temporales entro otros.
Las características más importantes de las personas con este trastorno:
-Son personas reacias a ir al psicólogo y dudan que sus problemas tengan que ver con su estado emocional más que con su estado físico.
-Son dependientes en sus relaciones.
-Están en búsqueda repetitiva de atención médica.
-Eluden responsabilidades al encontrarse mal.
-Están en constante auto-observación para comprobar si sus síntomas han empeorado o no.
Se trata de un trastorno que afecta más a las mujeres que a los hombres y que puede llegar a ser muy incapacitante, por lo que hay que tomárselo en serio y buscar ayuda lo antes posible, evitando así que pueda cronificarse.
El tratamiento deberá ser siempre multidisciplinar, de la mano del médico de cabecera, de un psicólogo y/o de un psiquiatra.