HAY QUE PONER LÍMITES
(Publicado en la Nueva Españan . Mayo 2003)
Un reciente fin de semana, he tenido el gusto, de compartir jornadas de educación con más de cien padres a los que he tenido que convencer de que los límites son necesarios para nuestros hijos… que sin ellos crecerán inseguros, cuando no agresivos, pero sobre todo, prepotentes, egoístas, egocéntricos, pensando en “ser ricos”, como decía hace poco un estudio sobre juventud, como única meta de su joven vida. Eso, les decía a sus padres, tiene que ver con la falta de límites. Padres que no se enfrentan a la realidad de los problemas y que van solucionando las papeletas a base de comprarlos y sobornarlos materialmente… por eso, los problemas, van creciendo con los niños y cuando te das cuenta estás ante un joven irresponsable, violento, insolidario, que cree que todo se le debe, y que “maltrata” psicológicamente a sus padres desde la adolescencia. De esto, de la adolescencia, también les he hablado, y hemos trabajado y discutido. Les he insistido en que deben volver la vista atrás, recordar cómo se sentían para tratar de entenderlos, para aprender a aceptar ese niño que ya no es tu niño, que no es como tu soñaste, que no será un gran deportista o que no quiere ser médico, ni ingeniero, o que se enamora de un tipo con rastas que no te gusta un pelo, pero a ella sí. Los límites hay que marcarlos antes… desde pequeños para que luego en la adolescencia la crisis sea como debe ser, insoportable y cansada, pero normal, con la lógica separación de sus padres que debe ser interpretada como una necesidad del niño para hacerse adulto, para aceptar muchas cosas y que sin querer proyectamos nuestros sueños, nuestros miedos, nuestra vida en fin, en lo que creemos que es nuestro… ese es el error. Los hijos no son nuestros… nadie puede poseer a nadie. Ellos son maravillosamente únicos e irrepetibles… no nos pertenecen. Nuestros, serán, con suerte, los valores que hayamos podido transmitirles y que el tiempo, una vez superada la terrible adolescencia, se encargará de volver a poner en sus sitios si la educación ha sido buena… es como una reválida. Las complicaciones que se ven tan a menudo en los adolescentes: adicciones a drogas y alcohol, fracasos escolares, crisis de ansiedad, depresión, no son más que el reflejo de lo que les hemos enseñado… o de lo que no les hemos enseñado… no son en realidad más que la consecuencia lógica de la falta de límites…