Quizás a muchos padres nos suene la frase: «¡No lo entiendo, le doy todo lo que me pide y aún así parece no tener suficiente!» Con estas palabras manifestamos que nuestros hijos parecen tener una incapacidad para disfrutar de sus juguetes, videojuegos, ropa, etcétera, una vez que éstos han sido adquiridos.
Si nuestros hijos son incapaces de reprimir sus deseos y exigen la satisfacción de éstos constantemente es porque nosotros como padres hemos actuado de forma permisiva, es decir, hemos concedido la mayor parte de sus deseos en el pasado, sin haber establecido unas normas o límites.
Es importante tener en cuanta que cuando nuestros hijos son pequeños, sus deseos tienen un carácter más impulsivo pero a medida que van creciendo, sus caprichos responden más a un aprendizaje previo de que cualquier cosa que pida le será concedida porque así ha sucedido en la mayoría de las ocasiones.
Llegado a este punto, ¿Qué comportamientos nos indican que nuestro hijo es un niño caprichoso?
- Recurre a berrinches, rabietas, palabras mal sonantes con el objetivo de llamar la atención para conseguir lo que desea, si se le ha negado.
- No es capaz de apreciar y satisfacer los deseos y necesidades de los demás y casi todo gira en torno a sus caprichos y antojos de cada momento.
- En general, es un niño infeliz e insatisfecho que solo muestra una actitud tranquila en el momento en que sus deseos son satisfechos y que enseguida se cansa y vuelve a reclamar un nuevo deseo.
- No valora las cosas, de modo que con frecuencia es descuidado con ellas porque sabe que puede conseguir más con facilidad.
- Consigue todo lo que quiere con muy poco o ningún esfuerzo, por ese motivo es incapaz de apreciar el valor del trabajo, de la disciplina y de los buenos comportamientos.
¿Qué hago si mi hijo se comporta de esta manera?
- Enséñale a ser consecuente con sus elecciones. Tu hijo tiene que entender la diferencia entre un capricho y una necesidad. Si se cede ante un juguete, hay que evitar que el niño lo sustituya por otro en cuanto se aburra. Así, la próxima vez pensará más las cosas antes de pedirlas.
- Pon normas y límites. Éstas ayudarán a tu hijo a saber lo que debe y lo que no debe hacer. Para evitar los caprichos diarios, se han de instaurar determinadas rutinas como comprar chucherías solo los domingos o regalar un juguete en una ocasión especial.
- Propón una alternativa más adecuada. Con niños pequeños, la solución más rápida y efectiva es buscar una alternativa que no responda a sus antojos pero que sea atractiva para distraerle y hacerle olvidar lo que desea.
- Aúna pautas con tu pareja. Ambos progenitores tenéis que llegar a un acuerdo sobre cuándo vuestro hijo va a poder tener lo que desea. Si uno de vosotros siempre se muestra más permisivo que el otro, es probable que el niño termine por acudir siempre a él ante una negativa de un capricho que, al final, se le concederá.
- Haz que tu hijo comprenda que sus deseos se conceden en situaciones especiales. Es habitual que determinados familiares o amigos cedan más a sus caprichos, puesto que su labor no es la de educar. No hay que prohibirles esa actitud, pero sí es necesario hacer entender al niño que éstas son situaciones excepcionales.
- Trabaja las recompensas. Cuando tu hijo quiera algo, le puedes imponer la realización de una tarea concreta para poder conseguirlo. De esta forma, aprenderá a apreciar el valor del esfuerzo por obtener las cosas.
Ten en cuenta que,la mayoría de las veces, los caprichos son solo una forma de reclamar mayor atención de los padres cuando esta atención no se consigue comportándose adecuadamente.
Así, la mejor alternativa a sus caprichos es pasar más tiempo con tu hijo, compartir actividades de ocio y manifestar mediante besos y abrazos cuánto lo quieres.
¡Dale afecto y necesitará menos cosas para ser feliz!