En la actualidad, las redes sociales ocupan un lugar importante en la vida de muchas personas: las utilizan para trabajar, para comunicarse, para sentirse más cerca de la familia y amigos que están lejos, como método de divulgación, etc.
Como todo en la vida, las redes sociales no tienen por qué suponer un problema si se utilizan con moderación y de forma responsable. El peligro surge cuando se excede el tiempo recomendado o se hace un uso indebido de las mismas, lo que acarrea algunos inconvenientes de los que hablaremos en este post.
De media una persona pasa una hora y cuarenta minutos al día en las redes sociales. El tiempo aumenta si hablamos de adolescentes, que pueden llegar a pasar hasta cuatro horas conectados.
Algunos de los efectos perjudiciales que se derivan de un mal uso de las redes sociales son los siguientes:
- Ansiedad: muchas personas sienten la necesidad de publicar fotos, compartir su estado emocional o las cosas que les pasan esperando un feedback automático, buscando los famosos “likes” o “me gusta”, comentarios o cualquier tipo de reacción que les hagan sentirse escuchados y atendidos. Si no consiguen esa respuesta que esperan, se sienten menospreciados, frustrados o incluso avergonzados por haber expuesto su vida y no haber obtenido lo que esperaban a cambio. Esa necesidad de obtener un feedback les lleva a estar comprobando con frecuencia las interacciones en sus redes sociales, lo que les genera un estado de “alerta” o ansiedad casi constante del que muchas veces no son conscientes.
-
Depresión: en las redes sociales, tanto las personas más reconocidas como los amigos más cercanos suelen publicar el lado bueno de su vida, comparten viajes, vacaciones, planes divertidos, reuniones familiares o fiestas, omitiendo otras partes igualmente presentes pero menos atractivas. Compartir momentos con los demás no es algo negativo en sí mismo, el problema viene cuando esa práctica busca cubrir unas necesidades que no se ven satisfechas en la vida cotidiana. En este caso, aparecen dos realidades diferentes: por un lado está la realidad de la persona que sube ese contenido, que parece empeñarse en mostrar sólo una parte de su vida (la buena), para sentirse bien o aceptado por los demás, lo que no deja de ser muestra de una importante inseguridad interior, y por otro, la realidad de la persona que consume ese contenido de forma descontrolada, que tiene la sensación de que la vida de los demás es “perfecta” y la suya no lo es tanto. Es por ello que pueden surgir problemas de autoestima, apatía o sensación de soledad.
- Pérdida de la noción del tiempo: las personas que abusan del uso de las redes sociales a menudo no son conscientes de la cantidad de horas que pasan frente a las pantallas. Muchas veces planifican hacer uso de ellas durante unos pocos minutos en una pausa del trabajo o del estudio, y cuando se dan cuenta el tiempo previsto ha aumentado de forma considerable. Esto provoca sentimientos de culpabilidad y sensación de dependencia, lo que aumenta nuevamente la ansiedad.
- Ciberacoso: en el caso de los consumidores más jóvenes, otro peligro de las redes sociales es el ciberacoso, ya que estas plataformas son herramientas perfectas para molestar a los demás en cualquier momento sin tener que dar la cara, enviando mensajes a menudo desde cuentas anónimas. Otro de los peligros es la utilización de imágenes íntimas que los propios jóvenes han facilitado y usarlas como chantaje para obtener cosas a cambio.
- Pérdida habilidades sociales: un uso excesivo de las aplicaciones de mensajería puede dificultar la interacción social presencial, ya que se pierden habilidades de comunicación básicas al eliminarse elementos tan importantes en una conversación como el tono empleado, la expresión facial o el lenguaje corporal, por lo que a menudo se pueden malinterpretar los mensajes, generándose como consecuencia discusiones o tensiones.
- Problemas para dormir: numerosos estudios han demostrado que el uso en general de pantallas antes de dormir (y especialmente el consumo de redes sociales y videojuegos) provocan trastornos del sueño no sólo en adolescentes, sino también en adultos. Dificultades para conciliar el sueño, despertarse en mitad de la noche, hacerlo más tarde de lo previsto o rendir peor al día siguiente son algunas de las consecuencias de confundir a la melatonina, hormona responsable del sueño, por lo que el cerebro interpreta que al haber luz y estímulos aún debe mantenerse activo.
Algunos consejos para usar adecuadamente las redes sociales serían los siguientes:
- Controlar los tiempos, utilizando aplicaciones que nos avisen del tiempo que llevamos usando otras, alarmas o simplemente reservando tiempos concretos al día para utilizar las redes sociales.
- Buscar ideas, inspirarnos, descubrir nuevos destinos de viajes o trucos para cocinar sin compararnos con los demás, aprovechando los conocimientos que podemos obtener de estas plataformas de forma sana.
- Aprender a distinguir la vida real de la vida expuesta en las redes sociales. Todas las personas tienen problemas, dificultades, malos momentos, discusiones y tensiones que la mayoría de las veces no muestran, tener claro que ninguna vida es perfecta y que los malos momentos también ayudan a valorar las cosas buenas y nos pueden servir como aprendizaje.
- Eliminar o limitar el uso de pantallas al menos media hora antes de ir a dormir, dejar los dispositivos en otras habitaciones o desconectarlos.
- Si crees que no eres capaz de gestionar el uso que le das a las redes sociales o crees que afectan a tu salud mental, acude a un profesional que te ayude a descubrir qué puede estar pasando para que te sientas así.
Aunque el peligro de las redes sociales acecha a personas de todas las edades, las más vulnerables son los adolescentes. Nuestra psicóloga Isabel Menéndez nos habla en el siguiente vídeo de las características de las aplicaciones que más usan los jóvenes, a través de las cuales pueden subir fotos o contestar preguntas de personas que no conocen, con los riesgos que ello conlleva.