La adopción puede provocar altibajos emocionales en los padres, algo considerado totalmente normal. Las largas esperas, la incertidumbre, las dudas, los nervios por saber cómo será el nuevo miembro de la familia… Son muchas las emociones que experimentan unos padres que desean ese niño con todas sus fuerzas, y es posible que en ocasiones las expectativas previas les jueguen una mala pasada.
Existe un trastorno muy poco conocido llamado la depresión post-adopción, descrito por primera vez por June Bond. Después de mucho tiempo esperando, incluso años, las personas asumen que los nuevos padres deberían estar eufóricos y más felices que nunca. La realidad es que en ocasiones uno de los dos progenitores o ambos pueden experimentar ansiedad o tristeza, y esto les hace sentirse tremendamente avergonzados y culpables, lo que no hace más que empeorar la situación. Sienten esa presión de la sociedad de estar contentos y totalmente adaptados a un gran cambio desde el principio, algo que no es tan sencillo de conseguir.
Hay que tener en cuenta que todo cambio importante en la vida va asociado en la mayoría de los casos con nervios, dudas e inseguridades, y que tanto la tristeza como la ansiedad ya mencionadas son totalmente normales dentro de un proceso de este calibre. No hay que olvidar que en este caso además hay un menor implicado, un niño que a partir del momento en el que entra en su nuevo hogar se convierte en una responsabilidad y una prioridad.
La causa principal de este trastorno son las expectativas creadas previamente sobre el proceso y el niño en sí mismo. Los padres que vayan a adoptar deben tener muy claro que es posible que su hijo presente algún trastorno psicológico que deba ser tratado con ayuda de un profesional. Esto no significa que el niño no vaya a tener una vida normal, pero sí que necesitará una ayuda extra especialmente durante los primeros meses o incluso años que pase junto a su nueva familia. No hay que avergonzarse por ello o pensar que no se es buen padre porque el niño necesite ayuda profesional, sobre todo teniendo en cuenta que la personalidad del niño se ha forjado en un ambiente complicado y muchas veces poco favorecedor para su correcto desarrollo. Es posible que en sus primeros años no se hayan podido satisfacer todas sus necesidades ni haya podido establecer un vínculo afectivo con nadie.
Los padres deben tomarse este proceso con calma, asumir que es probable tener sentimientos negativos y no tratar de reprimirlos. Es normal poder sentirse así y lo que se debe hacer es no recrearse demasiado en ellos, y armarse de paciencia. Si pasado cierto tiempo persisten, quizá sea hora de pedir ayuda profesional para poder disfrutar de la nueva familia creada sin sentirse culpable. Un buen padre es que el que sabe buscar ayuda cuando la necesita, no el que nunca experimenta sentimientos negativos. Otra medida a tener muy en cuenta es pasar tiempo de calidad en pareja, ya que estos procesos a veces pueden desgastar la relación, lo que influirá de forma negativa en la adaptación tanto de los nuevos padres como del niño.
En el siguiente vídeo nuestra psicóloga Isabel Menéndez nos explica algunos de los problemas más habituales que presentan los niños adoptados para así saber identificarlos y poder pedir ayuda a tiempo, haciendo que la adaptación fluya de manera más natural y sana para todos.