El acoso escolar es un grave problema social que se lleva la vida de 200.000 jóvenes al año en todo el mundo, siendo la primera causa de suicidio en esta franja de edad. Estos jóvenes deciden quitarse de en medio por no poder soportar el maltrato, burlas e incluso agresiones de algunos de sus compañeros. Además un estudio de la ONG “Bullying sin fronteras” asegura que dentro de la Unión Europea, hasta 24 millones de niños y jóvenes al año son víctimas de acoso y maltrato por bullying.
En España los casos denunciados aumentan cada año en torno a un 20%, y según la asociación NACE, sólo un 15% de los niños que sufren acoso se atreven a contarlo a sus familiares o profesores. El incremento del uso de las redes sociales, y cada vez a más temprana edad, ha permitido que el bullying traspase las paredes del aula y se produzca también a cualquier hora y en cualquier lugar.
En ocasiones los padres pueden notar un cambio en la actitud de sus hijos, siendo antes del acoso personas alegres y más abiertas, y posteriormente mostrarse como personas más tímidas, inseguras o introvertidas. Estos jóvenes desarrollan una baja autoestima que los machaca, llegando a pensar que si están siendo objeto de tanto maltrato quizá es porque lo merezcan, muchas veces creyendo que hay algo mal en ellos.
Es posible también el caso contrario, en el que los jóvenes acosados reaccionen de forma violenta contra los demás o contra su propia familia, ya que la tensión y presión que experimentan al sentirse acorralados les hace estar en un constante estado de alerta que puede desembocar en reacciones agresivas de las que luego se arrepienten profundamente.
Otro de los rasgos más característicos en estos casos es el aislamiento social. Los niños acaban apartados de los demás, lo que no hace sino aumentar su sentimiento de soledad. Pocas veces hay alguien que les apoye o defienda, principalmente por miedo a represalias de los acosadores. No acuden a cumpleaños, excursiones o son excluidos en las actividades por el resto de sus compañeros.
El papel del espectador es clave para poder frenar el acoso escolar, ya que si no mira para otro lado e interviene, la figura de la persona que agrede se deteriora y reduce su impacto sobre la víctima.
El otro gran protagonista de este terrible drama es el acosador, que es realmente la base del problema. Estas personas suelen tener problemas para gestionar e identificar las emociones propias y ajenas, son impulsivas y con escasa tolerancia a la frustración. En algunos casos también han sido víctimas de abuso o maltrato en su entorno familiar. Resulta fundamental poder detectar este tipo de perfiles en los colegios, especialmente a edades tempranas, para informar a los padres y ofrecer la posibilidad de algún tipo de tratamiento desde el centro escolar, contando con el apoyo de la figura del orientador.
Nuestra psicóloga Isabel Menéndez nos habla más profundamente sobre el acoso escolar en el siguiente vídeo y nos da claves para poder detectar si uno de nuestros hijos está siendo víctima de acoso escolar.