Hay un tipo de depresión oculta desconocida por la gran mayoría denominada «depresión sonriente» o «depresión atípica». La mayoría de la gente que padece depresión no es capaz de animarse o alegrarse cuando ocurre algo bueno, pero este tipo de depresión del que hablamos se diferencia del resto en que en estos casos sí es posible una mejora cuando ocurren eventos positivos alrededor de la persona, aunque esa mejoría sea pasajera.
La depresión sonriente es más peligrosa porque cuesta más detectarla, en muchos casos el individuo no es consciente de lo que le está pasando. En su interior o incluso de forma inconsciente sabe que algo no va bien, pero a menudo no es capaz de identificar o expresar lo que le pasa y para tratar de sentirse mejor, da la imagen de que todo va bien y de que es feliz. Sonríe, se ríe y puede hacer bromas, cargando con el sufrimiento de forma interna y oculta.
Las causas de ocultar el estado de ánimo pueden ser varias, entre las que se encuentran:
- Incapacidad para identificar bien las emociones: es posible que durante la infancia la persona haya tenido algún tipo de carencia afectiva, o dificultad para reconocer e identificar bien las distintas emociones, y no sea capaz de saber qué es lo que le está pasando.
- No querer reconocer que se padece depresión: puede darse la situación de que la persona no cuente con los recursos suficientes para enfrentarse a este trastorno mental, y como mecanismo de defensa, trate por todos los medios de ocultar su estado de ánimo, hacer como si no existiera, tratando de convencerse a sí misma de que la situación no está tan mal. Esto no es más que una forma de evitar una realidad por no verse capacitado para poder afrontarla.
- Sentir vergüenza: otra posibilidad que puede ocurrir es que la persona se avergüence de sus emociones. Es posible que considere que no tiene motivos de peso para sentirse mal, que considere que no es apropiado sentirse así o que simplemente no se vea capaz de compartir su estado de ánimo con otra persona por miedo al rechazo, a la burla o a sentirse incomprendida.
- No querer preocupar de los demás: hay personas que por no querer preocupar a otras, enmascaran su estado de ánimo y tienen la capacidad de mostrarse alegres o risueños cuando en realidad están sufriendo. No desean crear alarma entre sus allegados, pero no son conscientes de que a la larga esto no hará más que agravar el problema.
Para poder identificar este trastorno, se debe estar atento a los siguientes signos:
- Aumento del apetito o del peso.
- Dormir demasiado, echarse siestas largas y aún así sentir una sensación de cansancio durante todo el día.
- Sensación de pesadez en las piernas o los brazos sin motivo aparente.
- Gran susceptibilidad ante las críticas, comentarios negativos o el rechazo de los demás, lo que puede limitar o deteriorar las relaciones sociales.
Si sospechamos que una persona de nuestro entorno padece depresión atípica, lo mejor que podemos hacer es hablar con ella, ofrecerle nuestro apoyo y hacer que se sienta escuchada. Es muy probable que necesite ayuda profesional, ya que cuando se mantiene oculto este trastorno durante una cantidad de tiempo considerable, los síntomas típicos de la depresión que todos conocemos (tristeza, irritabilidad, angustia, ansiedad, lloros excesivos, etc) acaban saliendo a la luz y la persona puede ver como esa «explosión emocional» se le viene encima de golpe, enfrentándose a una realidad para la que no se encuentra en absoluto preparada y que requerirá ayuda de un profesional.