Todos hemos pasado por alguna ruptura. Elegida o impuesta, pero todos hemos pasado por el punto y final de alguna historia. Y todos sabemos que es algo difícil. Es una situación que se asemeja al duelo que se sufre cuando fallece un ser querido, aunque en el caso de las rupturas sentimentales, el duelo puede ser incluso más doloroso, pues cuando alguien muere, se cierra el libro, mientras que en una ruptura sabes que la otra persona está ahí, existe, pero no quiere estar contigo. No, no te ha elegido. Y eso, amigos, no es fácil de superar. PERO SE HACE.
El primer paso para superar la situación es ACEPTARLA. Esto implica reconocer que la historia ha terminado. Que existe un punto final. Tienes que abrir los ojos y aceptar que la situación es irreversible, pues si crees que las cosas pueden volver a ser lo de antes, nunca vas finalizar el camino de la recuperación. Puede hacer muchísimo daño seguir esperando algo que nunca sucederá. Olvídate de falsas esperanzas y autoengaños y mira (o deja que te ayuden a mirar) las cosas con perspectiva.
Vas a tener que sacar tu orgullo y toda tu dignidad, no te arrastres por nadie. Si se ha acabado, se ha acabado, no ruegues, no supliques, no te estanques. No te va a servir de nada, sólo para prolongar el dolor.
La aceptación es un proceso desagradable, doloroso, no voy a vender lo contrario. Pero el dolor es bueno, tiene una finalidad, que es la de ayudarnos a ASUMIR nuestros sentimientos. No debes reprimirte, si tienes ganas de llorar, llora, si sientes rabia o angustia, busca alguna buena manera de canalizarla y deja que fluya. No te fuerces a estar bien, pero tampoco te regodees en el dolor; no optes por el sufrimiento. Llorar vale, dedicarte todas las noches a ponerte vuestras canciones o ver vuestras fotos es elegir un sufrimiento gratuito e innecesario. No evites tu dolor, pero tampoco lo alimentes.
Te vendrá muy bien rodearte de personas que te dejen (hasta cierto punto) estar “mal”, personas con las que no tengas que fingir un estado de ánimo, personas que te recuerden que, aunque alguien no te haya dado el valor que tú esperabas, eso no significa que tú no valgas.
Es clave también ALEJARSE. Aunque es algo que debe valorar cada uno/a, inicialmente no soy partidaria del “podemos ser amigos”. Los primeros meses tras la ruptura, en general, no es recomendable mantener contacto, ni directa ni indirectamente (¿cotillear sus redes sociales? Mala idea.). Más adelante, cuando los sentimientos se hayan enfriado, sí que se podría intentar mantener una relación cordial. Pero eso ya es algo muy a sopesar por cada persona. ¿Vas a querer conocer a su nueva pareja? ¿Vas a llevar bien que te hable de otras personas? Porque eso es lo que hacen los amigos, ¿no? Si no estás preparado/a para esa situación, no tienes por qué ser amigo/a de nadie. Sé egoísta y mira por tu bienestar.
Tampoco es recomendable la actitud “un clavo saca a otro clavo”. Esto lo único que hará es transferir los afectos que sientes por una persona a otra. Estás sustituyendo a una persona por otra nueva, pero los sentimientos no son nuevos. No optes por reemplazar, no es justo ni para ti ni para la nueva persona.
Otro punto es el APRENDIZAJE. Cuando ya has pasado por los puntos más duros, llega el momento de valorar lo vivido. Porque no, no se trata de que olvides una relación ni a una persona, sino de que cojas todo lo que ha pasado, lo valores y saques todo lo positivo de la experiencia. Seguro que has aprendido mucho de ti y de tu forma de relacionarte. Seguro que tu concepto de relación de pareja ha variado y ahora estás en un punto que tienes más claro lo que quieres (y lo que no). Saca provecho de la relación.
Por último, no esperes a estar bien para hacer cosas; haz cosas para sentirte bien. ACTÍVATE, ACTÚA. No dejes que lo sucedido bloquee tu vida. Sí, sé que cuesta, pero si tú no puedes, busca ayuda profesional, no pasa nada, ¡¡para eso estamos!!
Tienes que tener claro que no es el tiempo quien cura las heridas, sino lo que haces en ese tiempo. Cuídate. Date algún capricho. Haz deporte, te llenará de energía y hará que focalices tu atención en el esfuerzo físico.
Como última recomendación, diré que has de respetar tu ritmo de superación (siempre dentro de un tiempo que no roce la patología, claro), pues no todos manejamos las situaciones de la misma manera, ni gestionamos las emociones igual, y no existe una jerarquía de las fases de la ruptura.
Confía en ti y en tu voluntad. Lo vas a superar. Sólo hay que aceptar y decidir empezar de nuevo.