Como seres humanos tenemos algo especial, algo diferente al resto de los seres vivos, y eso es que hacemos uso de las palabras para comunicarnos con otras personas, e incluso, con nosotros mismos.
Las palabras son útiles para relacionarnos con los demás, pero también, para comprender de forma eficiente el mundo que nos rodea, es decir, para categorizar o resumir acontecimientos o situaciones complejas de nuestra vida.
De las interpretaciones que nosotros hacemos de acontecimientos o situaciones dependen nuestros pensamientos, emociones y comportamientos. Pongamos un ejemplo, imaginemos que tenemos un fuerte dolor de cabeza que, en ese momento, nos incapacita para concentrarnos en una Tarea. Ante esa situación, podemos llevar a cabo, al menos dos interpretaciones. Una primera interpretación podría categorizar como “molesto” ese dolor; y otra, podría categorizarlo como “insoportable”. Ahora bien, si tomamos la primera interpretación, es posible que pensemos que el dolor es “incómodo”, pero que podemos “hacer algo” para que pase más rápidamente, como por ejemplo: Relajarnos, distraernos, descansar, etc. Si tomamos la segunda interpretación, es muy probable que esperemos que ese dolor se pase YA, y esta perspectiva nos hace situarnos en una posición de impaciencia y baja implicación respecto a la resolución del mismo, es decir, queremos que el dolor “Desaparezca YA” sin tomar una actitud activa en el proceso de que desaparezca.
A veces, las personas también confundimos las Preferencias (“Me gustaría que…”) con Exigencias (“Necesito que…”, “Quiero que…”); y las Evaluaciones Específicas (“Esto no me ha salido como esperaba…”) con las Globales (“No sirvo para nada…”), influyendo todas estas categorías en nuestros pensamientos, emociones y comportamientos.
Llegado a este punto, si así lo eliges, estás en disposición de generalizar este aprendizaje a todos los ámbitos de tu vida (Personal, Familiar, Educacional, Laboral,…) para poder situarte en una posición Activa frente a los problemas o dificultades diarias, la cual te permita tener más control sobre ti mismo para poder influir en tus circunstancias o situaciones, de dos formas, previniendo la aparición de los problemas o afrontando y/o resolviendo los problemas una vez que ya han aparecido.
¿Quieres tener la oportunidad de influir en tus circunstancias?
¿A qué esperas para ver las situaciones desde una perspectiva más positiva?
¡Sitúate en una posición activa y positiva e implícate en “hacer algo”!