Hoy en día, la longevidad es mayor que antes, por tanto tenemos muchos mayores que precisan de una ayuda asistencial o directamente se encuentran en situación de dependencia. Es decir, necesitan de alguien que les cuide.
En ocasiones, son cuidadores profesionales los que se encargan de darles la asistencia necesaria a las personas en situación de dependencia, pero la mayoría de familias cuenta con cuidadores informales. En España, el 84% son mujeres, y el 60,7% de ellas viven de forma permanente con la persona a cuidar.
¿Cómo puede afectar esto a las personas que se ocupan del cuidado?
El llamado síndrome del cuidador se da en quienes dedican gran parte de su tiempo a cuidar a otras personas. La exigencia que esto conlleva puede traer de la mano un estado anímico de agotamiento para el cuidador, no sólo a nivel físico sino también emocional.
El cuidador se siente frustrado ya que sentirá que no llega a todo, no es capaz de hacer todo lo que le gustaría o de la forma que le gustaría. Su trabajo como cuidador le absorbe y deja de hacer aquellas cosas que le gustan o que le proporcionan bienestar. Tiene falta de libertad y esto lleva al riesgo de aislamiento social. Además, normalmente sienten impotencia y rabia.
En muchas ocasiones, al final acaban sintiendo culpa, ya que todo este estrés les lleva a pensar que no están cuidando lo suficientemente bien o el suficiente tiempo de esta persona. Pueden llegar a verse tan desbordados por las circunstancias que releguen a un segundo plano su cuidado emocional y físico, pudiendo llegar a presentar síntomas de ansiedad o depresión.
¿Cuáles son algunas de las señales de alerta?
– Cansancio
– Sueño
– Irritabilidad
– Aislamiento social
– Niveles de estrés y ansiedad muy elevados
Algunos consejos para prevenirlo…
– Conocer la enfermedad
– Ser capaces de pedir ayuda
– Reconocer y expresar las propias emociones
– Aprender a manejar los síntomas de enfermedad
– Dedicar tiempo a uno mismo
Hay que asumir que no se va a ser mejor persona por ser la única que ejerce el cuidado. Hay que involucrar a toda la familia para ayudar y darle el merecido descanso al cuidador, ya que si no lo acabará pagando con el propio enfermo. Es fundamental que el cuidador atienda a su propia salud y bienestar.
Tenemos que cuidarnos a nosotros mismos para poder cuidar al otro. Es gratificante cuidarlo pero cuando tú estés fuerte y sano, para eso no olvides que necesitas tener tiempo y ser feliz.
Si necesitas ayuda profesional, no dudes en llamar.