
En la vida familiar con un adolescente los desacuerdos pueden ser frecuentes, aunque en algunas familias estas discusiones pueden llevar a la agresividad.
En muchos casos, los padres pueden sentirse responsables al pensar que han fallado a la hora de educar o poner límites a sus hijos, cuestión que puede retrasar la búsqueda de ayuda externa, sin embargo, esa es la mejor opción cuando la situación se repite.
Son muchas las causas que pueden producir la agresividad en los adolescentes, aunque las más frecuentes son las siguientes:
- Haber vivido un suceso traumático, como puede ser la muerte o enfermedad de un familiar, divorcio de los padres, acoso entre iguales, peleas en la familia, etc.
- Ser víctima de un abuso sexual o físico. El abuso provoca enfado y vergüenza en el adolescente y cuando éste no es capaz de contar lo que le ha ocurrido puede manifestarlo teniendo un comportamiento agresivo.
- Tener un trastorno psiquiátrico, como el trastorno bipolar, de pánico, esquizofrenia, depresión y estrés post-traumático.
- Presentar TDAH y dificultades de aprendizaje, este tipo de adolescentes suelen tener problemas emocionales y sociales que pueden ser manifestados a través de la agresividad.
- Consumir drogas de forma regular.
- Tener una baja autoestima.
En función de la causa de la agresividad el tratamiento psicológico incidirá en un aspecto u otro, aunque en general se dirigiría a:
- Identificar y manejar emociones intensas como la ira o el estado de ánimo bajo.
- Enseñar técnicas para manejar la ansiedad como la relajación muscular, respiración, visualización, etc.
- Enseñar técnicas que permitan a los adolescentes controlarse en momentos de agresividad.
- Entrenar en habilidades sociales y estrategias de afrontamiento alternativas a la agresión.
- Orientar a la familia sobre la importancia de negociar, reforzar conductas positivas y cómo actuar en los momentos de agresividad.
- Colaborar con el instituto si hubiera problemas en este contexto que estuvieran relacionados.